Poesía y Actualidad

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sábado, 14 de febrero de 2009

SOBRE EL SIONISMO

J. Colomar


En el plano político general, el sionismo es una forma peculiar de colonialismo (1). En el plano ideológico, constituye una interpretación tardía (siglo XIX dC) del judaísmo primitivo (siglos III-II aC).

En particular, la ideología sionista reposa en un postulado esencial inscrito en el Génesis (XV, 18): “En aquel día dijo Jehová a Abraham: a tu descendencia daré esta tierra desde el río de Egipto hasta el río grande”. Ese río grande es el Éufrates. A partir de ahí, concluyen los dirigentes sionistas, Palestina nos ha sido dada por Dios. "Este país existe como realización de una promesa hecha por el propio Dios. Sería ridículo pedirle cuentas sobre su legitimidad": tal es el axioma de base que formuló en su día Golda Meir. "Esta tierra nos fue prometida y nosotros tenemos el derecho sobre ella", repitió Beghin. "Si un pueblo posee la Biblia, si se considera perteneciente a ese pueblo de la Biblia, debe poseer igualmente las tierras bíblicas, las de los Jueces y de los Patriarcas, de Jerusalén, de Hebrón, de Jericó y aún de otros lugares", insistió Ben Gurión. Y añadió con toda claridad: "No se trata de mantener el statu quo. Tenemos que crear un Estado dinámico, orientado hacia la expansión". La práctica política ha respondido a esta singular teoría. Ha consistido en apoderarse a mano armada de la tierra y expulsar a sus habitantes, como ya hizo Josué, el sucesor de Moisés. Por eso Menahem Beghin pudo proclamar: "Eretz Israel será devuelta al pueblo de Israel. Toda entera y para siempre". Así, de entrada, el Estado de Israel surge colocándose desde un principio por encima de cualquier Derecho Internacional. Se sujeta tan sólo a una dogmática religiosa.

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